El siglo XX fue un período de cambios significativos para Ucrania, abarcando eventos que influenciaron la vida política, social y cultural del país. Este siglo se puede dividir de manera condicional en varias etapas clave: el período de revoluciones y guerras, el período soviético, así como la época de independencia.
La Primera Guerra Mundial, que comenzó en 1914, tuvo un impacto devastador en muchos países, incluida Ucrania, que en ese momento formaba parte de los imperios ruso y austrohúngaro. La guerra provocó pérdidas humanas significativas, dificultades económicas y conflictos sociales. En 1917, en medio de un ambiente revolucionario, se produjeron la Revolución de Febrero y la Revolución de Octubre en Rusia, lo que a su vez impulsó la lucha por la autonomía y la independencia del pueblo ucraniano.
Como resultado de estos eventos, se proclamó en 1917 la República Popular Ucraniana (UНР). Sin embargo, la inestabilidad política y las contradicciones internas entre diversos grupos en Ucrania llevaron a una guerra civil, en la que se enfrentaron las fuerzas rojas y blancas. En 1919, la República Socialista Soviética de Ucrania (UССР) fue declarada parte de la Rusia Soviética, lo que resultó en la pérdida final de la independencia.
Desde 1922, Ucrania se convirtió en una de las repúblicas de la Unión Soviética. Este período se caracteriza por una dura centralización del poder, represión y purgas políticas. La política de colectivización, llevada a cabo en la década de 1930, tuvo consecuencias catastróficas. Muchos campesinos fueron obligados a entregar sus tierras y unirse a granjas colectivas, lo que provocó una hambruna masiva conocida como Holodomor, que cobró millones de vidas.
A pesar de las horribles condiciones, Ucrania seguía siendo una región económica y agrícola importante de la URSS. Durante este tiempo, se desarrollaron la industria, las ciudades y la infraestructura, pero todos estos logros se alcanzaron a costillas de vidas humanas y sufrimiento. En 1939, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Ucrania nuevamente se encontró en el epicentro de las hostilidades, lo que resultó en aún más destrucción y pérdidas.
La Segunda Guerra Mundial, que comenzó en 1939, trajo nuevos sufrimientos a Ucrania. Su territorio fue escenario de algunos de los combates más feroces, así como de represiones masivas contra la población civil. Tras la ocupación nazi en 1941, Ucrania se convirtió en un campo de batallas intensas entre las fuerzas soviéticas y alemanas.
La guerra terminó en 1945, y Ucrania volvió a formar parte de la Unión Soviética. Sin embargo, las consecuencias de la guerra fueron catastróficas: ciudades destruidas, dificultades económicas y enormes pérdidas humanas. Como resultado de la guerra, Ucrania perdió millones de sus ciudadanos, y muchas de sus tierras fueron dañadas o completamente destruidas.
Después de la guerra, Ucrania enfrentó la tarea de la reconstrucción. En las décadas de 1950 y 1960, comenzó una activa recuperación de la economía, la construcción y la infraestructura. La cultura ucraniana también experimentó un desarrollo, aunque bajo severa censura y control por parte del poder del partido. Durante este tiempo, el país vio un crecimiento en educación y ciencia, y muchos científicos ucranianos lograron éxitos significativos.
Sin embargo, a pesar de los éxitos externos, la represión política continuaba siendo una parte importante de la vida en la Unión Soviética. El movimiento por los derechos humanos y la conciencia nacional también empezaron a ganar fuerza en las décadas de 1960 y 1970. Muchos ucranianos buscaban la recuperación de su cultura y lengua, lo que generaba resistencia por parte de las autoridades.
En la década de 1980 comenzó la perestroika, llevada a cabo por Mijaíl Gorbachov. Estas reformas provocaron cambios significativos en la sociedad, y en Ucrania comenzó un movimiento por la independencia. En 1989 se creó el Consejo Nacional, así como diversas organizaciones sociales que buscaban restaurar los derechos del pueblo ucraniano. Las protestas activas, como la "Revolución de la Frontera" y el "Camino de Chernobyl", se convirtieron en símbolos de la lucha por los derechos humanos y la independencia.
Finalmente, el 24 de agosto de 1991, Ucrania proclamó su independencia. Este día se convirtió en un hito histórico que marcó el inicio de una nueva etapa en la historia del país. El 1 de diciembre de 1991, en un referéndum, la mayoría de los ciudadanos de Ucrania apoyó la independencia, lo que consolidó de manera definitiva el nuevo estatus del país.
Después de obtener la independencia, Ucrania enfrentó numerosos desafíos, incluidos problemas económicos, inestabilidad política y dificultades en la formación de nuevas instituciones estatales. Sin embargo, el país inició reformas destinadas a democratizarse e integrarse en estructuras europeas. Ucrania se convirtió en un participante activo en las relaciones internacionales, buscando colaborar con Occidente.
Desde la década de 2000, Ucrania ha enfrentado nuevos retos, incluidos la polarización política y conflictos, como la "Revolución Naranja" de 2004 y el Euromaidán de 2013. Estos eventos se convirtieron en símbolos del deseo de los ucranianos por transformaciones democráticas y un camino de desarrollo europeo. La crisis de 2014, la anexión de Crimea y el conflicto armado en el este del país también tuvieron un enorme impacto en los asuntos internos y externos de Ucrania.
El siglo XX estuvo lleno de eventos que tuvieron un profundo impacto en la formación del estado ucraniano moderno. Ucrania sobrevivió a guerras, hambrunas, represiones y numerosos cambios sociales. Sin embargo, el pueblo ucraniano mostró resiliencia y un deseo de independencia, lo que finalmente condujo a la restauración de la soberanía y la búsqueda de su lugar en el mundo. La Ucrania moderna continúa desarrollándose, superando desafíos y aspirando a la democracia, la libertad y un futuro europeo.