La historia de Serbia abarca más de mil años e incluye una variedad de eventos culturales y políticos. Los eslavos comenzaron a asentarse en los Balcanes en los siglos VI-VII, y a partir de este momento comienza la formación de la identidad serbia.
En el siglo IX, en el territorio del actual estado, se formó el Primer Reino Serbio, que alcanzó su apogeo bajo el liderazgo del príncipe Esteban Nemanja en el siglo XII. Nemanja fundó la dinastía de los Nemanjić, que desempeñó un papel clave en la historia de Serbia.
Serbia se convirtió en un importante centro cultural y político, especialmente después de la obtención de la autocéfala de la iglesia serbia en 1219. Sin embargo, en el siglo XIV comenzó a intensificarse la amenaza otomana, lo que llevó a cambios significativos en la región.
Serbia cayó bajo el dominio otomano en 1459, lo que marcó el comienzo de un largo período de lucha por la independencia. A pesar de las duras condiciones, los serbios lograron conservar su cultura y religión. En este tiempo surgieron muchos movimientos de resistencia.
El más conocido de ellos fue la Primera Insurrección Serbia, que comenzó en 1804. Fue encabezada por Karageorgije Petrović, quien buscaba liberar al país del yugo otomano. Como resultado de la insurrección, se fundó la República Príncipe Serbia.
Después de las Guerras de los Balcanes (1912-1913), Serbia amplió considerablemente su territorio. En 1918, tras el final de la Primera Guerra Mundial, Serbia se convirtió en parte del recién formado Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, más tarde conocido como Yugoslavia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Serbia fue ocupada por la Alemania nazi. Después de la guerra, se restauró Yugoslavia socialista bajo el liderazgo de Tito. Serbia se convirtió en una de las seis repúblicas que formaban parte de esta federación.
Tras la disolución de Yugoslavia a principios de la década de 1990, Serbia se enfrentó a numerosos problemas, incluidos los conflictos en los Balcanes y la crisis económica. En 2006, Serbia proclamó su independencia, separándose de Montenegro.
Ahora Serbia es un estado democrático que aspira a la eurointegración. En el país se continúa discutiendo cuestiones relacionadas con Kosovo, que proclamó su independencia en 2008, sin embargo, Serbia no ha reconocido este paso.
Serbia cuenta con un rico patrimonio cultural, incluyendo numerosos monumentos históricos, iglesias y monasterios reconocidos por la UNESCO. La cocina, la música y las tradiciones serbias también juegan un papel importante en la identidad de la nación.
La historia de Serbia es una historia de lucha por la independencia y la identidad. Los complejos eventos históricos y las tradiciones culturales forman el rostro único del país, que sigue desarrollándose en el mundo moderno.