La guerra civil en Afganistán y la posterior intervención soviética se convirtieron en uno de los eventos más trágicos y significativos en la historia del país, teniendo un profundo impacto en su futuro y el bienestar de la población. Este período abarca finales de la década de 1970 y los años 80 e incluye aspectos políticos, sociales y culturales complejos.
A finales de la década de 1970, Afganistán atravesaba un período de inestabilidad política. Tras la derrocación del rey Zahir Shah en 1973, Daud Khan llegó al poder, estableciendo un régimen republicano e intentando llevar a cabo una serie de reformas. Sin embargo, su gobierno se enfrentó a una dura oposición por parte de diversos grupos tribales y movimientos políticos, incluidas fuerzas de izquierda.
En 1978, se produjo una revolución, que llevó al poder al Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). El nuevo gobierno comenzó a implementar reformas radicales dirigidas a cambiar la estructura social, incluyendo la reforma agraria y cambios en el sistema educativo. Estas medidas provocaron un fuerte descontento entre las tribus tradicionales y los grupos religiosos.
Las protestas y revueltas comenzaron a surgir en todo el país. Especialmente activos contra el nuevo régimen eran los líderes religiosos y los muyahidines — tropas guerrilleras que buscaban derrocar al gobierno comunista. En respuesta a la creciente violencia, el régimen del PDPA recurrió a la represión, lo que solo intensificó la resistencia.
La revuelta contra el régimen del PDPA llevó a una escalada de la violencia y a la creación de numerosos grupos guerrilleros. Estos comenzaron a recibir apoyo tanto de la población local como de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos, Pakistán y otros países interesados en debilitar la influencia de la Unión Soviética en la región.
A finales de 1979, cuando la situación en Afganistán se había deteriorado, la Unión Soviética tomó la decisión de enviar sus tropas al país. El objetivo de la intervención era mantener el régimen comunista y reprimir la revuelta de los muyahidines. El 27 de diciembre de 1979, las tropas soviéticas cruzaron la frontera afgana y comenzaron la operación para capturar Kabul.
La intervención soviética encontró una feroz resistencia por parte de los muyahidines. A pesar de la superioridad en tecnología y número, las tropas soviéticas enfrentaron dificultades en la lucha contra la guerra de guerrillas, que utilizaba el terreno montañoso y tenía profundas raíces en la población local.
Los muyahidines emplearon diversas tácticas, incluyendo emboscadas, incendios provocados y acciones de guerrilla. También recibieron una considerable ayuda del extranjero, incluyendo de los Estados Unidos, que suministraron armamento y financiamiento a través de Pakistán.
La intervención provocó un amplio eco internacional y condena de muchos países. Las Naciones Unidas pidieron la retirada de las tropas soviéticas, y en respuesta a las acciones de la URSS, los países occidentales comenzaron a imponer sanciones económicas. Esto llevó a un deterioro de las relaciones entre la URSS y Occidente.
En respuesta a la intervención soviética, Estados Unidos y otros países comenzaron a apoyar activamente a los muyahidines. La Operación "Ciclón" se convirtió en uno de los programas de apoyo a los rebeldes más grandes, proporcionando sistemas de armamento modernos, incluyendo misiles antiaéreos "Stinger". Estos sistemas tuvieron un impacto significativo en el curso del conflicto.
Durante la década de 1980, la guerra continuó, y ambas partes no cedieron. Los soviéticos enfrentaron crecientes pérdidas y un deterioro en la moral de las tropas. Los muyahidines, aprovechando el apoyo de la población y el financiamiento internacional, lograron organizar una resistencia sostenida.
En 1986, el liderazgo soviético tomó la decisión de retirar las tropas, pero esto no llevó a un cese inmediato del conflicto. En 1989, las tropas soviéticas abandonaron Afganistán, pero la guerra continuó, y la confrontación entre las diferentes facciones de los muyahidines se intensificó.
La guerra civil, que comenzó tras la retirada de las tropas soviéticas, resultó en la destrucción de la infraestructura y en pérdidas humanas, creando las condiciones para el auge de grupos extremistas, como los talibanes, que llegaron al poder en 1996.
La guerra civil en Afganistán y la intervención soviética se convirtieron en eventos significativos que han tenido un impacto duradero en el país y su pueblo. Las consecuencias de estos eventos aún se sienten en el Afganistán moderno, donde el conflicto, la guerra y la inestabilidad política siguen siendo problemas relevantes. La historia de este período sirve como un recordatorio de la complejidad de los juegos geopolíticos y las consecuencias de la intervención externa.