La historia contemporánea de Georgia comenzó a principios del siglo XX, cuando el país enfrentó numerosos desafíos, como la lucha por la independencia, la sovietización, la restauración de la soberanía y las transformaciones políticas tras la desintegración de la Unión Soviética. Examinemos los eventos clave que definieron el camino de Georgia hacia el estado moderno.
A principios del siglo XX, Georgia era parte del Imperio ruso. Los eventos revolucionarios de 1917 en Rusia tuvieron un gran impacto en la política georgiana. Tras la Revolución de Febrero en Rusia, Georgia, junto con otras repúblicas caucásicas, intentó afirmar su independencia. En 1918 se proclamó la República Democrática de Georgia bajo el liderazgo del partido socialdemócrata.
Este período resultó ser fugaz. Georgia comenzó a formar sus instituciones estatales, desarrollar la economía y establecer conexiones internacionales, sin embargo, ya en 1921 el Ejército Rojo invadió el territorio del país, y Georgia fue incluida en la Unión Soviética. La sovietización de Georgia estuvo acompañada de represiones contra los líderes políticos locales y la resistencia al nuevo régimen.
Dentro de la Unión Soviética, Georgia se convirtió en una de las repúblicas soviéticas, obteniendo autonomía formal, pero estando bajo el estricto control de Moscú. En la década de 1930, durante el gobierno de Joseph Stalin, quien era originalmente de Georgia, el país pasó por años difíciles de represión política y colectivización forzada.
La época soviética para Georgia fue un tiempo tanto de pruebas difíciles como de cierto crecimiento económico. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Georgia, al igual que el resto de la Unión Soviética, comenzó la industrialización y modernización. Tiflis, la capital de la república, se convirtió en un centro cultural y educativo que atraía a artistas, escritores y científicos de toda la URSS. Sin embargo, junto a esto, muchos georgianos experimentaron insatisfacción con el sistema político y el control central de Moscú.
El descontento con el poder soviético en Georgia se manifestó en levantamientos populares periódicos. Uno de los eventos más conocidos fue el levantamiento de Tiflis en 1956, cuando los habitantes de Tiflis salieron a protestar contra la política de desestalinizacion del gobierno de Jruschov. Las protestas fueron reprimidas con dureza, y muchos participantes fueron arrestados o asesinados.
A pesar de la brutalidad de las represiones, la resistencia al poder central continuó creciendo, especialmente a finales de la década de 1980, cuando en la Unión Soviética comenzó la política de perestroika y glasnost. Esto dio un nuevo impulso al movimiento nacional de liberación en Georgia, que finalmente contribuyó a la desintegración de la Unión Soviética.
En 1991, Georgia proclamó la restauración de su independencia. Este evento fue parte de una amplia ola de desintegración de la Unión Soviética, pero para Georgia fue especialmente significativo. Después de largos años de sometimiento a Moscú, el pueblo georgiano anhelaba la autonomía y la restauración de su soberanía.
El primer presidente de la Georgia independiente fue Zviad Gamsajurdia, un ex disidente y participante activo en el movimiento de liberación nacional. Sin embargo, su mandato resultó breve debido a conflictos internos y a la creciente inestabilidad política. En diciembre de 1991, estalló una guerra civil en el país, lo que llevó al derrocamiento de Gamsajurdia en 1992.
El comienzo de la década de 1990 fue un tiempo de graves trastornos internos para Georgia. Junto con la guerra civil, estallaron conflictos étnicos en las regiones de Abjasia y Osetia del Sur. Estos conflictos, apoyados por fuerzas externas, llevaron a que Georgia perdiera de hecho el control sobre estas regiones, que proclamaron su independencia, aunque no fue reconocida a nivel internacional.
Estos conflictos agudizaron la inestabilidad política en Georgia y crearon graves desafíos para el gobierno. Miles de personas se convirtieron en refugiadas, lo que solo intensificó los problemas sociales y económicos del país.
Tras el derrocamiento de Gamsajurdia en 1992, Eduard Shevardnadze, exministro de Asuntos Exteriores de la URSS, asumió el poder en Georgia. Su gobierno fue un tiempo de intentos de estabilización y reconstrucción del país tras la guerra civil. Shevardnadze estableció relaciones con Occidente, llevó a cabo una serie de reformas económicas y comenzó la restauración de las instituciones estatales.
Sin embargo, a pesar de ciertos logros, el gobierno de Shevardnadze estuvo empañado por la corrupción, la falta de reformas económicas efectivas y la incapacidad para resolver los conflictos en Abjasia y Osetia del Sur. A finales de la década de 1990, la economía del país seguía siendo débil, y la población estaba descontenta con el nivel de vida y la corrupción en el gobierno.
En 2003, Georgia experimentó cambios políticos significativos conocidos como la Revolución de las Rosas. Como resultado de las protestas masivas, provocadas por el fraude electoral y el descontento popular, Eduard Shevardnadze se vio obligado a renunciar. El presidente del país se convirtió en Mikheil Saakashvili, un político joven y enérgico que prometió realizar reformas radicales y erradicar la corrupción.
Saakashvili inició transformaciones masivas en la economía, el sistema judicial y las fuerzas del orden. Sus reformas resultaron en el crecimiento de la economía, la mejora de la infraestructura y el fortalecimiento de la posición internacional de Georgia. Al mismo tiempo, Georgia comenzó una integración activa con Occidente, lo que se expresó en el deseo de unirse a la OTAN y a la Unión Europea.
Sin embargo, durante el gobierno de Saakashvili, Georgia se enfrentó a graves desafíos externos. En 2008, estalló un conflicto armado entre Georgia y Rusia, conocido como la Guerra ruso-georgiana. El conflicto fue provocado por la tensión en torno a Osetia del Sur y Abjasia, que Georgia buscaba recuperar bajo su control.
En agosto de 2008, los enfrentamientos armados entre las fuerzas georgianas y las sursosetias se convirtieron en una guerra a gran escala, en la que intervino Rusia. La guerra duró cinco días y concluyó con la firma de un acuerdo de alto el fuego. Rusia reconoció la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, lo que provocó la condena internacional, pero deterioró significativamente las relaciones entre Georgia y Rusia.
Después de la renuncia de Saakashvili en 2013, Georgia entró en una nueva etapa de lucha política. El gobierno fue encabezado por la coalición política "Sueño Georgiano", y el presidente fue Giorgi Margvelashvili. El nuevo gobierno continuó la política de integración con Occidente, pero buscó mejorar las relaciones con Rusia.
En 2018, Georgia eligió a su primera mujer presidenta, Salome Zourabichvili, lo que fue un evento importante en la historia política del país. Sin embargo, la lucha política en Georgia continuó, y el país enfrentó desafíos relacionados con la inestabilidad interna, las dificultades económicas y los problemas de seguridad.
Hoy, Georgia continúa su camino de desarrollo como estado independiente. Las tareas más importantes son la regulación de las relaciones con Rusia, la reintegración de Abjasia y Osetia del Sur, y la continuación de las reformas económicas y políticas. El país busca fortalecer su posición en el ámbito internacional e integrarse en estructuras europeas y euroatlánticas.