La historia de Eslovaquia se remonta a tiempos antiguos. Los primeros asentamientos conocidos en el territorio del actual estado eslovaco datan del periodo neolítico (alrededor del 5000 a.C.). Sin embargo, la formación de la nación eslovaca comenzó mucho más tarde, en el marco de la migración eslava en el siglo VI.
En el siglo VIII, el territorio de Eslovaquia formaba parte de la Gran Moravia, uno de los primeros estados eslavos. En el siglo IX, tras la descomposición de Moravia, Eslovaquia fue influenciada por Hungría, lo que llevó a un largo periodo de dominio húngaro.
Desde el siglo XI, Eslovaquia se convirtió en parte del reino húngaro. Durante muchos siglos, los eslovacos estuvieron bajo el dominio de los magiares, lo que influyó significativamente en su cultura y lengua. Eslovaquia se convirtió en un centro de extracción de cobre, y ciudades como Banská Bystrica y Košice prosperaron.
En el siglo XVI, Eslovaquia se convirtió en escenario de conflictos religiosos. La Reforma condujo al surgimiento de movimientos protestantes, y los protestantes eslovacos comenzaron a luchar por sus derechos. Este período también estuvo marcado por varias revueltas contra la opresión.
Tras la derrota de los húngaros en la batalla de Mohács en 1526, Eslovaquia entró en el Imperio Austríaco. Fue un tiempo de mayor asimilación de la población eslovaca, aunque también comenzó el despertar de la conciencia nacional. En el siglo XIX, bajo la influencia del romanticismo y el movimiento nacional, surgieron iniciativas culturales y educativas eslovacas.
En el siglo XIX se produjo el renacimiento nacional eslovaco. En esta época aparecieron los primeros libros y obras literarias eslovacas, así como se inició el trabajo de organizaciones sociales que promovieron la lengua y cultura eslovacas.
La Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Austro-Húngaro en 1918 llevaron a la creación de Checoslovaquia. Eslovaquia, en su seno, fue representada como una región separada, pero durante mucho tiempo sufrió de desigualdad y desprecio. Durante la Segunda Guerra Mundial, Eslovaquia se convirtió en un estado títere al servicio de los nazis.
Después de la guerra, Eslovaquia volvió a formar parte de Checoslovaquia, pero en 1948 se produjo un golpe de estado, y el país quedó bajo el control del partido comunista. Este período se caracterizó por represiones, dificultades económicas, pero también algunos éxitos industriales.
En 1989, con el final del régimen comunista en Checoslovaquia, comenzaron los procesos de democratización. En 1993, tras negociaciones pacíficas, se produjo la división del país en dos estados independientes: Chequia y Eslovaquia. Este evento se conoce como "La división de terciopelo".
Desde la obtención de la independencia, Eslovaquia ha pasado por numerosas reformas. El país se convirtió en miembro de la Unión Europea y de la OTAN, lo que favoreció su integración en la comunidad internacional. La economía del país sigue desarrollándose, y la cultura eslovaca se vuelve cada vez más visible en la escena mundial.
La historia de Eslovaquia es una historia de lucha por la identidad, la independencia y el desarrollo. A pesar de muchas dificultades y pruebas, los eslovacos han mantenido su cultura y lengua, creando un estado democrático moderno, orgulloso de su historia y tradiciones.