La mitología y religión de los aztecas representan un sistema de creencias complejo y multifacético que ocupaba un lugar central en la vida de este antiguo pueblo. Los aztecas, que habitaron el centro de México desde el siglo XIV hasta el siglo XVI, tenían un rico panteón de dioses, mitos sobre la creación del mundo y una multitud de rituales destinados a mantener la armonía entre los hombres y los dioses. Sus prácticas religiosas y concepciones sobre el orden del mundo tuvieron una influencia significativa en la vida cotidiana, cultura y arte de los aztecas.
La religión azteca era politeísta y su panteón estaba compuesto por numerosos dioses y diosas, cada uno de los cuales representaba ciertos aspectos de la vida y la naturaleza. Los dioses más venerados eran:
Los aztecas tenían varios mitos sobre la creación del mundo, siendo el más conocido el mito de los cinco soles. Según este mito, el mundo pasa por varias eras, cada una gobernada por su propio sol. Los primeros cuatro soles fueron destruidos en catástrofes, como inundaciones y fuegos, antes de que en el cielo apareciera el quinto sol — el sol azteca.
La creación del quinto sol está relacionada con el sacrificio. Para que el sol pudiera seguir brillando, los aztecas creían que era necesario hacer sacrificios a los dioses, incluidos sacrificios humanos. Esto creaba un sentido de interdependencia entre los hombres y los dioses, donde los hombres debían sostener a los dioses, quienes a su vez mantenían la vida en la tierra.
Los rituales religiosos y los sacrificios eran una parte integral de la religión azteca. Los aztecas creían que era necesario ofrecer dones a los dioses para mantener su benevolencia. Los sacrificios podían ser tanto vegetales como animales, pero los más significativos eran los sacrificios humanos.
Los sacrificios humanos se realizaban a menudo durante grandes festivales religiosos, como:
Los templos y santuarios jugaron un papel clave en la vida religiosa de los aztecas. El principal templo azteca era Tenochtitlan, donde se encontraba el templo del dios del sol Huitzilopochtli y del dios de la lluvia Chalchiuhtlicue. Estos templos no solo eran lugares de adoración, sino también centros de la vida pública, donde se llevaban a cabo importantes rituales y asambleas.
La arquitectura de los templos aztecas se caracterizaba por su grandeza y complejidad. Se construían en forma de pirámides escalonadas, lo que simbolizaba la conexión entre el cielo y la tierra. En las cimas de las pirámides se encontraban altares donde se realizaban sacrificios.
La religión azteca estaba estrechamente relacionada con la estructura social de su sociedad. El sacerdocio desempeñaba un papel importante en la gestión de los rituales religiosos y en el mantenimiento de la conexión entre los hombres y los dioses. Los sacerdotes poseían un considerable poder e influencia, y su estatus se determinaba por sus conocimientos y habilidades para llevar a cabo rituales complejos.
Los sacerdotes no eran solo hombres, sino también mujeres, lo que demostraba la relativa flexibilidad de la sociedad azteca en cuestiones de roles de género. Las funciones más importantes de los sacerdotes incluían no solo los sacrificios, sino también la realización de observaciones astronómicas, la elaboración de calendarios y la predicación.
Los aztecas utilizaban un calendario complejo, que constaba de dos ciclos: Tonalpohualli y Tzolk'in. El Tonalpohualli constaba de 260 días, cada uno de los cuales tenía su propio nombre y número, mientras que el Tzolk'in tenía 365 días, lo que les permitía seguir los ciclos agrícolas y los festivales religiosos.
El calendario se utilizaba para determinar los días favorables para llevar a cabo rituales, sembrar y cosechar. Desempeñaba un papel importante en la vida de la sociedad azteca, asegurando la armonía entre los hombres y la naturaleza.
Con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, la religión azteca sufrió severas represiones. Cristóbal Colón y sus seguidores se esforzaron por convertir a los indígenas al cristianismo, lo que condujo a la destrucción de templos y a la eliminación de textos sagrados. Muchos aztecas se vieron obligados a ocultar sus costumbres y prácticas religiosas.
A pesar de esto, elementos de la religión y mitología azteca han perdurado y se han fusionado en la cultura y creencias de los mexicanos, lo que demuestra la resistencia de sus tradiciones y la importancia del legado azteca en el mundo moderno.
La mitología y religión de los aztecas representan un sistema de creencias rico y diverso que desempeñó un papel clave en su sociedad. El panteón de dioses, los rituales y festivales reflejaban su comprensión del mundo y su deseo de armonía con la naturaleza. A pesar de la destrucción de sus prácticas religiosas debido a la colonización, el legado azteca sigue vivo en la cultura y tradiciones mexicanas, permaneciendo como una parte importante de la memoria histórica del pueblo.