La era islámica en Irak comenzó en el siglo VII, cuando los conquistadores árabes difundieron la fe islámica por toda la región. Desde entonces, Irak se ha convertido en uno de los centros clave de la civilización islámica, influyendo en la cultura, la ciencia y la política no solo en el mundo árabe, sino también más allá de sus fronteras. Las etapas de la era islámica abarcan eventos históricos significativos, como la conquista árabe, la fundación de los califatos, el florecimiento cultural y los complejos cambios políticos.
La conquista árabe de Irak comenzó en el año 634 con la batalla de Qadisiyyah, donde el ejército árabe obtuvo la victoria sobre las fuerzas persas. Este evento dio inicio a un largo proceso de conquista que se completó hacia el 651. Con la caída del Imperio sasánida, Irak se convirtió en parte del mundo islámico y fue integrado en el Califato árabe.
Con la formación de los primeros califatos, como los Califas Rectos (632-661) y el Califato Omeya (661-750), Irak se convirtió en un importante centro administrativo y cultural. La ciudad de Kufa se convirtió en una de las primeras capitales del califato y en un lugar donde se formaba una nueva identidad islámica.
A partir del siglo VIII, Irak se convirtió en el centro de la Edad de Oro del islam. Este período se caracterizó por un notable desarrollo cultural, científico y económico. Bagdad, fundada en el año 762, se convirtió en la capital del Califato abasí y en una de las ciudades más grandes del mundo.
En Bagdad surgieron instituciones científicas y culturales reconocidas, como la Casa de la Sabiduría, donde eruditos de todo el mundo islámico se reunían para estudiar, traducir y desarrollar conocimiento.
Los científicos islámicos hicieron contribuciones significativas en diversas áreas de la ciencia, incluyendo matemáticas, astronomía, medicina y filosofía. Las obras de científicos como Al-Juarismi, Al-Farabi e Ibn Sina sentaron las bases para el desarrollo científico posterior en Europa y Asia.
Desde finales del siglo IX, Irak comenzó a experimentar inestabilidad política. La división del califato en diversas dinastías, como los Tuluníes y los Samaníes, llevó a una fragmentación del poder. En 1258, Bagdad fue capturada por tropas mongolas bajo el mando de Hulagu Khan, lo que resultó en la destrucción de la ciudad y la caída del Califato abasí.
La invasión mongola fue un evento trágico para Irak, después del cual siguió un período de devastación y declive. Sin embargo, incluso en este tiempo difícil, la cultura islámica continuó preservándose y desarrollándose, creando nuevas direcciones en el arte y la ciencia.
A partir del siglo XVI, Irak se convirtió en parte del Imperio Otomano. El período otomano duró más de tres siglos y tuvo un impacto significativo en el desarrollo cultural y social de la región. Bagdad volvió a ser un centro importante, donde se entrelazaban diversas culturas y tradiciones.
Bajo el dominio otomano, Irak se convirtió en un lugar donde convivían diversos grupos religiosos y étnicos. Esta diversidad facilitó el intercambio cultural, que se reflejó en la arquitectura, la literatura y el arte.
El siglo XX fue un tiempo de cambios significativos para Irak. Después de la Primera Guerra Mundial y la disolución del Imperio Otomano, Irak se convirtió en un territorio de mandato británico. En 1932, Irak obtuvo su independencia, lo que marcó el inicio de una nueva etapa en su historia.
El islam sigue desempeñando un papel importante en la vida del pueblo iraquí. Las tradiciones islámicas, las prácticas culturales y los rituales religiosos siguen siendo aspectos importantes de la vida cotidiana. Los iraquíes modernos continúan luchando con las consecuencias de los conflictos y la inestabilidad política, mientras preservan su identidad islámica.
La era islámica en Irak ha dejado una profunda huella en la historia de la humanidad. Este período fue un tiempo de florecimiento cultural, descubrimientos científicos y cambios políticos. Irak, como centro de la civilización islámica, ha influido en el desarrollo de la cultura, la ciencia y la política no solo en el mundo árabe, sino también más allá de sus fronteras. El legado de la era islámica sigue vivo en los corazones de los iraquíes, formando su identidad y sociedad.