La Gran Depresión, que comenzó en 1929 y duró casi una década, se convirtió en la crisis económica más grave en la historia de EE. UU. Este período se caracterizó por el desempleo masivo, la disminución de ingresos, el colapso de bancos e industrias, lo que causó un gran daño a la economía y la sociedad estadounidense. Las causas de la crisis fueron complejas e incluyeron tanto problemas económicos internos como inestabilidad mundial.
La Gran Depresión fue provocada por una serie de factores, entre los cuales el colapso de la bolsa en octubre de 1929 fue el principal desencadenante. En los años previos, el crecimiento económico en EE. UU. había estado acompañado de inversiones especulativas en el mercado de valores. El aumento de los precios de las acciones creó una ilusión de prosperidad, y muchos estadounidenses invirtieron sus ahorros en acciones. Cuando el mercado colapsó, esto llevó a la quiebra de millones de inversores y a la destrucción de la confianza en la economía.
La crisis también se debió a la desigualdad de ingresos, a la reducción de la producción industrial y a sistemas bancarios débiles. La agricultura sufrió de un exceso de producción y caída de precios, lo que privó a los agricultores de ingresos. Además, la inestabilidad económica internacional, causada por las repercusiones de la Primera Guerra Mundial, y las barreras comerciales como la Ley Smoot-Hawley, que llevó a una reducción del comercio exterior, tuvieron un impacto significativo.
El golpe principal a la economía ocurrió el 24 de octubre de 1929, conocido como "Jueves Negro". En este día, las acciones en el mercado de valores cayeron drásticamente, lo que provocó una pánico masivo entre los inversores. La gente comenzó a vender rápidamente sus acciones, lo que llevó a un further colapso de precios. En unos pocos días, el mercado perdió alrededor del 30% de su valor, y millones de estadounidenses perdieron sus ahorros.
El colapso en el mercado de valores destruyó el sector bancario, ya que los bancos habían invertido activamente los fondos de los clientes en acciones. Muchos bancos se declararon en quiebra, y millones de ahorradores perdieron sus depósitos, lo que llevó a un desempleo masivo y al empeoramiento de la crisis económica.
La Gran Depresión provocó un desempleo masivo: para 1933, cerca del 25% de la fuerza laboral estaba desempleada, lo que equivalía a unos 13 millones de personas. La gente perdía su trabajo y sus hogares, y se veía obligada a vivir en chabolas y campamentos de tiendas de campaña, conocidos como "Hoovervilles" en honor al presidente Herbert Hoover, quien no pudo hacer frente a la crisis. Muchos estadounidenses vivieron en condiciones de extrema pobreza, sufriendo de hambre y falta de atención médica.
La caída del nivel de vida afectó prácticamente a todos los estratos de la población. Los negocios cerraban, los agricultores perdían sus tierras, y los ciudadanos urbanos se encontraban al borde de la supervivencia. La Gran Depresión también afectó la salud mental de las personas: muchos experimentaron depresión y desesperanza.
Herbert Hoover, presidente de EE. UU. al inicio de la Gran Depresión, se adhirió a los principios de no intervención del gobierno en la economía y no tomó medidas activas para mejorar la situación. Creía que el mercado podría recuperarse por sí mismo y atribuía la responsabilidad de salir de la crisis al sector privado y a la caridad. Sin embargo, los esfuerzos de Hoover resultaron ineficaces, y la economía continuó empeorando.
Posteriormente, Hoover comenzó a tomar ciertas medidas para estabilizar la situación, como la creación de la Corporación de Reconstrucción Financiera, que otorgaba préstamos a bancos y empresas. Sin embargo, estas medidas llegaron demasiado tarde y no lograron afectar significativamente la situación, y muchos estadounidenses lo culparon por su incapacidad para lidiar con la crisis.
En 1933, Franklin Delano Roosevelt fue elegido presidente de EE. UU. y propuso un programa de reformas económicas conocido como "Nuevo Trato". El objetivo principal del Nuevo Trato era restaurar la economía, combatir el desempleo y prevenir nuevas crisis. Roosevelt apoyó activamente la intervención del gobierno en la economía, lo que representó un alejamiento significativo de los principios anteriores.
En el marco del Nuevo Trato, se crearon nuevas agencias, como la Administración de Recuperación Industrial, que controlaba la producción y los precios, y la Administración de Obras Públicas, que se encargaba de la construcción de infraestructuras, como carreteras y puentes. Los programas de ayuda a los pobres y desempleados también se convirtieron en una parte importante del Nuevo Trato, y la Ley de Seguridad Social de 1935 proporcionó pensiones para las personas mayores.
Roosevelt entendió que para restaurar la economía era necesario fortalecer el sistema bancario. Uno de los primeros pasos del presidente fue la implementación de "vacaciones bancarias": el cierre temporal de todos los bancos con el fin de verificar su estado financiero. Esto ayudó a restaurar la confianza en los bancos y a prevenir quiebras adicionales.
En 1933 se aprobó la Ley de Reforma Bancaria, que estableció la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) para proteger los depósitos de los ciudadanos. Esta ley ayudó a restaurar la confianza en los bancos y a prevenir retiros masivos de depósitos en el futuro.
El Nuevo Trato ayudó a estabilizar la economía y a reducir el desempleo, sin embargo, su éxito fue limitado. La economía de EE. UU. comenzó a recuperarse, pero la tasa de desempleo permaneció alta, y muchas medidas del Nuevo Trato no llevaron a mejoras a largo plazo. Algunos críticos argumentan que los programas de Roosevelt no contribuyeron a una rápida recuperación económica, sino que, por el contrario, la desaceleraron debido a la intervención del gobierno.
Al mismo tiempo, el Nuevo Trato sentó las bases para el moderno estado de bienestar, y muchos de sus programas se convirtieron en elementos permanentes del sistema social estadounidense. En particular, la Ley de Seguridad Social y la protección de los derechos de los trabajadores se convirtieron en logros importantes que brindaron apoyo a los ciudadanos en momentos de crisis.
La Gran Depresión concluyó hacia el inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando EE. UU. comenzó a prepararse activamente para las acciones militares. La producción de equipos y armamentos militares requirió nuevos puestos de trabajo, lo que llevó a la completa desaparición del desempleo. La industria de EE. UU. experimentó un auge sin precedentes, y el crecimiento económico se volvió posible gracias a la participación en la guerra.
De este modo, la Gran Depresión terminó no tanto gracias al Nuevo Trato, sino como resultado de cambios económicos globales provocados por la guerra. Sin embargo, las lecciones de este período dejaron una huella profunda en la sociedad estadounidense y tuvieron un impacto en la política económica de EE. UU.
La Gran Depresión fue uno de los períodos más difíciles en la historia de EE. UU., afectando prácticamente todos los aspectos de la vida de los estadounidenses. Esta crisis cambió la forma de abordar la economía y llevó a la aparición de programas de apoyo social del gobierno, lo que impactó en el desarrollo posterior del país. La experiencia de la Gran Depresión sirvió como recordatorio de la importancia de una economía estable y equilibrada, así como de la necesidad de apoyo gubernamental en tiempos difíciles.